Luis Puelles se pregunta en este ensayo por la potencia política de la ridiculización a través del legado ingente de este caricaturista de la vida moderna. Para ello, ha rastreado el sentido histórico de sus imágenes satíricas y ha procurado acceder al entramado social en el que se desenvolvió cotidianamente el artista. Se advierte, por lo demás, entre el regocijo y la resignación, hasta qué punto sus litografías llegan a ser el espejo veraz de nuestra actualidad más inmediata. La risa seria de Daumier nos delata a todos.

2a319439d763cefaf637bf5bcac877c2

Una muerte anunciada durante siglos

Por Peio H. Riaño

Publicado en El Confidencial

9 de enero de 2015

La caricatura francesa lleva casi dos siglos en la diana de la intolerancia. Con el asesinato de la cúpula de la redacción de Charlie Hebdo se cumplen las peores amenazas que soporta desde 1830 el humor que no hace chistes. Ese año Honoré Daumier (1808-1879), el padre de la tradición más molesta con el poder, fundó La Caricature y, efectivamente, logró que los Borbones y los políticos corruptos le cerraran la revista a los cinco años a golpe de censura. Antes visitó la cárcel, sufrió las coacciones, el maltrato, las condenas y padeció el aislamiento social propio de quien no tiene deudas y mete el dedo en el ojo que quiere, sin miedo.

En la referencia del dibujante encontramos los orígenes del miedo del dogma a la multiplicación de los puntos de vista. La caricatura cuestiona, la caricatura es irónica y valiente, la caricatura ridiculiza y es ofensiva. Cuanto más se cierra el dogma sobre sí mismo, más fuerte se hace la caricatura y más se mofa del poder (ya sea instaurado o revelado).

Honoré Daumier es el máximo referente de la tradición más molesta con el poder, el origen de una estirpe de caricaturistas que llega hasta ‘Charlie Hebdo’

“Daumier demostró la potencia política de la ridiculización”, como explica a este periódico el historiador Luis Puelles, autor de Honoré Daumier. La risa republicana, que la editorial Abada publicó hace unas semanas. Reconoce que el dibujante francés nunca ha dejado de ser actualidad, pero ha cobrado una actualidad lamentable.

Poner en solfa

Cuenta que la caricatura en Francia tiene una tradición polemista, crítica, de discusión, de cuestionamiento, “de quitarle la silla a las verdades más asentadas”. El humor tiene la capacidad preguntarse, de hacer dudar, de poner en solfa. “La risa iguala, porque me río de ti porque eres igual que yo, pero te crees superior a mí. El humor molesta porque iguala, esa risa el poder no la tolera”, explica el investigador. Daumier fue especialista en profanarlo.

La historia de la caricatura a lo largo de estos casi dos siglos es la historia de la lucha entre el totalitarismo y la libertad. Risa Vs. Violencia. También de la verdad contra la censura, porque el humor es el camino a la verdad y la comprensión, como escribió Georges Bataille, en El límite de lo útil: “Si río, pensé, la naturaleza de las cosas aparece desnuda, se traiciona a sí misma y yo la comprendo”.

La caricatura será el espejo que evidencia el desencanto, explica Puelles, porque la caricatura actúa en régimen de actualidad

Que el pueblo comprenda, sea iluminado es intolerable para los intolerantes. Los tiranos creen tener poder sobre la mirada de todos, pero Daumier demostró que la libertad está en el ojo y la cultura francesa ha conseguido mantener, como ha podido, la soberanía del ojo. En este sentido, Puelles ha incluido una cita de Champfleury que explica la tensión de 1835 y desvela el eco actual: “Durante cinco años hubo una guerra encarnizada de la democracia contra la realeza. Ataques a golpe de pluma, a golpe de lápiz, a golpe de fusil. La insurrección permanecía en los periódicos, en los libros y en las calles”.

El espejo del desencanto

Conviene señalar la carta de principios que publica en abril de 1831 La Caricature para confirmar su reflejo sobre Charlie Hebdo: “La Caricature no cesará de ser espejo fiel de nuestra época de burlas y decepciones políticas, de jaulas de monos y parades religiosas, monárquicas y patriotas”. La caricatura será el espejo que evidencia el desencanto, explica Puelles, porque la caricatura actúa en régimen de actualidad. Es impulso y latido de las frustraciones de la calle, amarrada a las preocupaciones del momento.

El ‘Charb’ (Stéphane Charbonnier) de La Caricature fue Charles Philipon, que con 30 años asumió la dirección de la revista satírica. Volvemos a la voz de Champfleury para entender la trascendencia de una figura como la suya en la historia de la libertad de expresión de occidente: “Pocos hombres han sido tantas veces condenados como Philipon: las condenas le daban energía. Llevaba una actividad febril. Había dejado de dibujar, reconociendo que no era ahí donde estaba su gloria, pero, a cambio, dirigía los lápices de un grupo muy numeroso, atraía a los jóvenes, les contagiaba su fuego, daba ideas a los que no las tenían, descubría las facultades de los que todavía no se conocían, les servía de escudo y respondía por ellos ante la justicia desplegando un discurso de pintorzuelo rabioso. Es a Philipon a quien se debe el desarrollo de Grandville y Daumier”.

El historiador explica que la risa republicana es seria, que se juega la vida a favor de una causa política. Es una risa combativa

Esa es la risa republicana a la que hace referencia el historiador. La contraria a la risa aristocrática, la frívola y estúpida. “La risa republicana es una risa seria, que se juega la vida a favor de una causa política. La republicana es la risa que juega en serio, una risa combativa”, explica Puelles, la risa de la esencia francesa. La risa de quienes han sido asesinados no era una risa gratuita. “No es la risa del borracho, ni la de fin de año”. No hay jarana, hay compromiso. La libertad se juega la vida desde hace doscientos años con humor (y dolor).

El poeta Charles Baudelaire (1821-1867) se mantuvo cerca de Daumier y su grupo. Escribió sobre ellos, sobre su ira gráfica: “Es un barullo, una leonera, una prodigiosa comedia satánica, tan pronto bufona como sangrante, en la que desfilan con trajes variados y grotescos, todas las honorabilidades políticas».

La editorial Antonio Machado publicó el ensayo breve de Baudelaire Lo cómico y la caricatura, en la que el historiador del arte Valeriano Bozal asegura que estos escritos sobre la risa y la caricatura ocupan una posición central en la historia de lo cómico. “Lo cómico no es un subproducto de la actividad cultural, es la creación fundamental de la cultura popular”, escribe.

Valeriano Bozal explica que lo cómico no es un subproducto de la actividad cultural, es la creación fundamental de la cultura popular

Este es el motivo por el que la caricatura, lo grotesco y el humor ha estado en el centro de la diana desde hace casi dos siglos. Porque es una amenaza, como lo son dos tipos armados con metralletas en una redacción, con métodos de la Inquisición. Incapaces de concebir Occidente en libertad de expresión. “La ignorancia está en la lectura de un solo libro”, remata Puelles. “El problema es el que lee un solo libro, mucho más que el que no lee ninguno”.

La ironía es la resistencia contra el totalitarismo, porque no mira para otro lado, como no hizo Goya con los Disparates y los Desastres, como no hizo Kafka al crear a Gregorio Samsa. Es de una potencia mortal, como explica Philipon, en 1831, de una oposición desconocida antes de la revolución de julio de 1830. “Nosotros hemos revelado este poder sorprendente de un arma ignorada por los enemigos de nuestra libertad y por los desertores y traidores de nuestras propias filas”.

 

00106515423884____2__1000x1000Honoré Daumier. La risa republicana
Puelles Romero, Luis
Editorial Abada

Colección Lecturas de historia del arte

Lugar de edición Madrid, España

Fecha de edición diciembre 2014 · Edición nº 1
Idioma español
EAN 9788416160082
432 páginas
Libro Dimensiones 140 mm x 200 mm