La Estética se ha caracterizado, desde su nacimiento como disciplina o paradigma en el siglo XVIII, por su marcado carácter autocrítico. Pocos ámbitos teóricos utilizan tan peyorativamente sus propios conceptos como la estética: «lo estético», de hecho, es usado por muchos autores para hacer referencia a todo lo que queda fuera del ámbito de «lo artístico», al que se concede mayor densidad y sublimidad. ¿Hasta qué punto se ha vuelto canónica esta valoración? ¿Se ha convertido lo sublime en un término clasista?

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Proponemos aquí algunos textos de autores pertenecientes a contextos muy diferentes que abordan el problema que suponen las actitudes refinadas y selectivas en una disciplina que pretende ser crítica y reflexiva.

 

Arthur C. Danto/

Negar que el arte comercial es arte sólo porque además es utilitario es puro esnobismo.

«Hay un problema con afirmar que la Brillo Box de Warhol trata sobre la caja comercial Brillo. Aunque yo hubiera esperado que el contraste se diera entre el arte y la realidad, resulta difícil negar que la caja Brillo de Harvey es arte. Es arte, aunque arte comercial. Una vez que el diseño está cerrado, las cajas se fabrican a millares. Están hechas de cartón ondulado para proteger su contenido sin dejar de ser lo bastante ligeras para su manipulación y traslado, y para permitir una fácil apertura. Nada de eso es cierto de las cajas de Andy, de las que sólo se hicieron unas pocas, y su propósito era simplemente ser vistas y entendidas como arte. Negar que el arte comercial es arte sólo porque además es utilitario es puro esnobismo. Y, además, las cajas de cartón forman parte del Lebenswelt. Las Brillo Box de Andy no lo son. Forman parte del mundo del arte. La caja de Harvey pertenece a la cultura visual, eso se entiende, pero la caja de Andy pertenece a la alta cultura».

¿Qué es el arte?, trad. I. García Ureta, Barcelona, Paidós, 2013, p. 57.

 

Bertrand Russell/

La atracción esnob por la inutilidad, que en una sociedad aristocrática abarca a los dos sexos, queda, en una plutocracia, limitada a las mujeres.

«Si el asalariado ordinario trabajase cuatro horas al día, alcanzaría para todos y no habría desempleo –suponiendo que existiera una organización moderada. Esta idea escandaliza a los ricos porque están convencidos de que el pobre no sabría cómo emplear tanto tiempo libre. En Estados Unidos, los hombres suelen trabajar largas horas, aun cuando ya viven con comodidad; estos hombres, obviamente, se indignan ante la idea del tiempo libre de los asalariados, excepto bajo la forma del inflexible castigo del desempleo; en realidad,les disgusta el ocio aun para sus hijos. Y, lo que es bastante extraño, mientras desean que sus hijos trabajen tanto que no les quede tiempo para educarse, no les importa que sus mujeres y sus hijas no tengan ningún trabajo en absoluto. La atracción esnob por la inutilidad, que en una sociedad aristocrática abarca a los dos sexos, queda, en una plutocracia, limitada a las mujeres; ello, sin embargo, no las pone en situación más acorde con el sentido común».

Elogio de la holgazanería (1932), Hueders, año 1, número 5, Agosto  2009, p. 7.

 

Xavier Rubert de Ventós/

Sólo  cuando la experiencia nos ha pillado a contrapié perdemos el ansia del esnob o el advenedizo y adquirimos la serena y segura capacidad de embeleso de los auténticos indígenas de la cultura.

“El placer estético empieza únicamente cuando a aquel reconocimiento sigue un nuevo desconcierto —un des-reconocimiento, por así decir—. Y dura sólo mientras se nos han averiado las ideas hechas y no hemos tenido tiempo aún de repararlas; cuando la experiencia nos ha pillado a contrapié, nos hace perder el equilibrio, y caemos una vez más de bruces sobre las cosas o las obras que teníamos por más conocidas. Es entonces cuando llegamos a ver con admiración lo más natural del mundo y podemos alcanzar ya la última sofisticación estética: mirar con naturalidad lo que es artificial. Entonces, sólo entonces, perdemos el ansia del esnob o el advenedizo y adquirimos la serena y segura capacidad de embeleso de los auténticos indígenas de la cultura; de todos aquellos que saben recuperar creativamente el ‘efecto mareo’ que les suscitaron las cosas ‘la primera vez’”.

«Estética de las artes plásticas», en Ramón Xirau y David Sobrevilla (ed.), Estética, Madrid, Trotta, 2003, p. 221.

 

Umberto Eco/

El peligro consiste en que de una sociología estética del consumo de las formas se derive una presunción esnob.

“En tal caso, el criterio esnob se coloca en lugar del análisis crítico, la obsecuencia a las exigencias de las masas, aun en sentido opuesto, pesan sobre el gusto y la capacidad de juicio del crítico, que corre el peligro de verse condicionado precisamente por aquel público medio al que detesta. El crítico no amará, es cierto, lo que ama el público medio, pero en compensación aborrecerá aquello que éste ama. […] El peligro consiste en que de una sociología estética del consumo de las formas se derive una presunción esnob: que los modos de formar, las expresiones, las metáforas, se consumen, es un hecho comprobado, pero ¿quién establece el criterio con que juzgar el umbral del consumo? […] La diferencia entre sensibilidad crítica y tic esnob se hace mínima: la crítica de la cultura de masas se convierte, en tal caso, en el último y más refinado producto de la cultura de masas, y el refinado que hace aquello que los otros no hacen aún, espera en realidad el ‘hacer’ de los demás para hacer él algo distinto”.

 Apocalípticos e integrados. Barcelona, Lumen, 1965.

 

Walter Benjamin/

El esnob, que vive en el mundo de brillante apariencia de lo nuevo y de lo siempre-otra vez-igual, tiene por constante compañía al tedio.

“El arte, que comienza a dudar de su tarea y deja de ser ‘inseparable de la utilidad’ (Baudelaire), tiene que hacer de lo nuevo su más alto valor. El arbiter novarum rerum pasa a ser para él el esnob. Es para el arte lo que el dandi para la moda. El esnob, que vive en el mundo de brillante apariencia de lo nuevo y de lo siempre-otra vez-igual, tiene por constante compañía al tedio”.

Libro de los Pasajes. Ed. de Rolf Tiedemann, Madrid, Akal, 2004, p. 1018.

 

Jacques Rancière/

Es difícil hacer una historia más o menos exacta del paradigma modernista olvidando que Loïe Fuller y Charles Chaplin contribuyeron a dicho paradigma mucho más que Mondrian o Kandinsky.

“Es difícil comprender las revoluciones escenográficas del S. XX sin detenerse en las veladas transcurridas en el Funambules o el Folies-Bergère por esos poetas que ya nadie lee: Théophile Gautier o Théodore de Banville; percibir la ‘espiritualidad’ paradójica de las arquitecturas funcionalistas sin pasar por las ensoñaciones ‘góticas’ de Ruskin; hacer una historia más o menos exacta del paradigma modernista olvidando que Loïe Fuller y Charles Chaplin contribuyeron a dicho paradigma mucho más que Mondrian o Kandinsky, y la descendencia de Whitman tanto como la de Mallarmé”.

Aisthesis. Escenas del régimen estético del arte (2011) , trad. M. Manrique, H. Marturet. Santander, Shangrila, 2014, p. 13.

 

Claude Giraud/

El esnob es dependiente de aquellos a los que imita y de los que sublima la envidia.

“El esnobismo es, desde este punto de vista, interesante. Es un movimiento de identificación y apropiación de las formas de ser en público de un microcosmos social. Es llevado por un deseo, el que se agudiza con el análisis de las diferencias, que llevan a la integración y a la pertenencia y, por último, al conformismo. El esnob es aquel que fija la mayor certeza en cuanto a lo que le conviene hacer, decir y pensar, fuera del microcosmos de referencia, y el más incierto y más frágil porque no está seguro de la permanencia de los códigos. Si ello es así es porque el esnob es dependiente de aquellos a los que imita y de los que sublima la envidia».

Acerca del Secreto. Contribución a una sociología de la autoridad y del compromiso, Buenos Aires, Biblos, 2007, p. 191.