La colección Aisthesis de la editorial Comares amplía su catálogo con títulos escritos por nuestros socios. Tras el monográfico Autonomía y valor del arte, editado por José Francisco Zúñiga, publica Futurismo y fascismo, de Aitor Aurrekoetxea, y El pulso estético de la vida cotidiana, de Gloria Luque.

FUTURISMO Y FASCISMO. Estéticas y poéticas de la modernidad (1909-1922)
Aitor Aurrekoetxea Jiménez

El futurismo y el fascismo son dos movimientos que, impregnados por un potente sedimento irracionalista, hicieron su aparición en la Italia de los años diez. A través de ellos es posible entender la idea misma de modernidad, pues ambos fueron referentes insoslayables en la Europa de su tiempo, el futurismo en el mundo del arte y de las vanguardias, y el fascismo como pionero a imitar de lo que será la política extrema que se extenderá en las décadas siguientes por todo el continente. En este trabajo se estudian los entresijos que dieron lugar a la convergencia primera y posterior distanciamiento de estos dos singulares fenómenos, provenientes ambos de la Italia rica del norte.
Atendiendo a sus respectivas génesis se explican los porqués, para que desde un punto vital y conceptual el fascismo de primera hora y el futurismo estuvieran destinados tanto a coincidir en un principio, como a discrepar posteriormente. Así nos detendremos en comparar las influencias de carácter filosófico y estético que Marinetti y Mussolini tuvieron a la hora de sostener sus tesis irredentistas y panitalianas. Veremos cómo las corrientes de pensamiento vitalistas y neoidealistas, así como las lecturas siempre maniqueas y en algunos casos epidérmicas de autores como Nietzsche, Bergson, Spengler, los románticos y Darwin, entre otros autores, fueron compartidas por Marinetti y Mussolini para principalmente nutrirse de ideas antipositivistas y antidemocráticas.
El futurismo no será un fenómeno vanguardista sólo vinculado al arte, sino que reivindicará su vocación inequívoca de entrar en política, siendo esta la primera vez que un movimiento de procedencia artística proponga una visión holística que abarca cuestiones esenciales de la organización humana, en aras de construir el hombre nuevo futurista. Por su parte, el fascismo que es un fenómeno revolucionario y reaccionario a la vez también participa de esa idea de construir un hombre nuevo, aunque después se incline por una mirada al pasado glorioso de Italia -concretamente al imperio romano- que le distanciará del futurismo, un movimiento este sí modernolatra estricto y enemigo acérrimo del pasado.
La idea de vanguardia que atraviesa al futurismo y al fascismo y las peculiares condiciones de Italia, cuya unidad o Risorgimento no se había completado todavía en los principios del siglo XX, serán también objeto de estudio pormenorizado en este trabajo, para entender cuán importante fue el complejo de inferioridad que con respecto a otros países de su entorno arrastraban los italianos y que en buena parte fue el motivo que impulsó el nacionalismo agresivo que estos dos movimientos desplegaron peligrosamente.

EL PULSO ESTÉTICO DE LA VIDA COTIDIANA. Un estudio comparado entre John Dewey y Confucio
Gloria Luque Moya

El presente trabajo propone una nueva interpretación del pensamiento estético de John Dewey expuesto en sus obras finales, particularmente en El arte como experiencia (1934). El filósofo estadounidense elaboró una propuesta que se muestra novedosa y adelantada para su tiempo no sólo por el intento de restaurar la continuidad arte-vida, sino porque asienta la base para una filosofía de lo cotidiano. Dewey define la experiencia estética como la interacción armónica de la criatura viva con el medio y la sitúa como una fase previa a cualquier tipo de conocimiento, en el ámbito de la inmediatez de las situaciones; otorgándole una originalidad que tiene eco en nuestros días.
Dicha originalidad, que por su terminología y forma de expresión resultan difíciles de exponer desde la tradición estética occidental, presenta fructíferas aportaciones al discurso contemporáneo al ponerla en diálogo con la noción de armonía que el pensador clásico Confucio formuló. El filósofo chino considera que el hombre está continuamente realizándose a sí mismo en su interacción con el mundo y ese hacerse, a través del cual trata de restaurar la armonía, es un arte. A lo largo de estas páginas se ofrece una lectura que reivindica cómo para ambos filósofos el mundo no posee un orden establecido, sino que este debe ser alcanzado mediante la creación de nuevos modos de interacción o estructuras dinámicas que permitan desplegar el pulso estético en la vida cotidiana.

Colección Aisthesis/

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